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Thrifting– Is the True Purpose Being Diminished? I had always been under the assumption that thrifting was an economical way to shop– I could purchase a brand-name shirt at Salvation Army for only a few dollars rather than dropping twenty-five or more for a new one at a clothing store. But one summer afternoon, on a casual stroll down Broadway, my friend and I walked into a New York City thrift store. It seemed cool from the outside, so why not take a look in? The store was pretty stark in design– something I found unusual for a thrift store (I’ve always associated thrift stores with many isles, clothing shoved onto any possible space that could be found). Some rugs lay on the floor, a couple hoodies and jeans hanging from a clothing rack. A small display table. It seemed more like an antiquated Ikea showroom. I picked up a t-shirt off the display table. I noticed small holes near the shoulder seam. Not the kind that are made for a fashion statement– moth holes. A bit repulsed, I put the shirt back down. But, curiously, I wanted to know how much the shirt cost. I searched for the price tag, I motioned my friend over and showed her… sixty dollars for a moth-hole shirt. I knew previously that thrifting had become somewhat expensive, but I found this to be particularly shocking. Why has an economical shopping method become so expensive? Shelley Steward from UC Berkeley conducted a study on thrift shoppers in Portland1, Oregon. She found that some thrift shoppers search for economic value, which she coins as “thrift seekers,” while other shoppers go to avoid the “mainstream,” in what she refers to as “the creativists.”1 The latter group, as Steward analyzed, shop at thrift stores to avoid the common “commercial retail establishments”2 in an effort to evade mainstream shopping patterns.3 However, unlike the “thrift seekers,” this group often consists of individuals with greater salaries. But what drives the “creativists” to avoid the “mainstream”? Steward suggests that these shoppers find thrift shopping to be “a reflection of creativity”4 rather than a form of shopping for economic gain. Drawing upon research documented from back to 2013, Steward mentions an increase of “privileged clientele” in thrift stores.5 I have come to think (leaving aside economic factors such as inflation) that thrifting has become a more expensive activity because of the “creativist” shopper. The effect of this can be seen through Toronto’s many “curated” thrift stores, where stores edit their supply based on what they think is trending or will sell. If it can be displayed as “trendy,” they’ll try to sell it– I guess even if it has moth holes. And, of course, they will try to sell it for as much as the “creativist” shopper will pay– which apparently can mean sixty dollars for a t-shirt. I interviewed a friend of mine, Alessia. Thrifting has become a common mode of shopping for Alessia– being a university student, she doesn’t necessarily want to spend hundreds on new clothes. “I feel like at some point they can’t be considered thrift stores anymore because they’re so expensive for basic items,” she tells me. “So, when it comes to a point where something that is supposed to be cheap isn’t anymore, it's sad… Cause there’s nothing cheaper than the cheapest, so from there, where do you go?” The idea of thrifting had not always been a popular choice. Used clothing was often sold by Jewish immigrants, resulting in many developing anti-Semetic mentalities associated with the act of buying used clothing. The formation of thrift stores really began as a concept in the 19th century with Christian churches– who were affiliated with Salvation Army and Goodwill. However, it was after the Great Depression that thrifting gained a greater popularity: with a greater amount of demand than there was supply6 and great financial struggle, buying reused clothes for much less became a popular option. However, with the somewhat recent increase in the “creativist” shopper, thrifting seems to have abandoned its original purpose: accessibility to clothing for a significantly lower cost than Recommended Retail Price. At the point where the prices of used and new match, thrifting may seem counterintuitive. Thrifting had an incentive for sustainability: instead of buying new clothes for the RRP, one could buy used or “recycled” clothes for much less. But now, if the cost of getting a t-shirt from your local curated thrift store is the same price as a new t-shirt from H&M, where is the financial incentive to purchase the more environmentally-friendly option? “That, I feel, almost encourages people to just buy retail,” Alessia tells me. “Because if it's gonna be the same price anyways, you might as well just get the nicer thing that’s not used, right?”

Natalie Sirkin

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1 Shelley Steward, "What does that shirt mean to you? Thrift-store consumption as cultural capital." Journal of Consumer Culture 20, no. 4 (2020): 462.

2 Steward 462.

3 Steward 465.

4 Steward 462.

5 Steward 460.

6 Olivia B. Waxman, “People Have Been Reusing Clothes,” Time Magazine

Comprar usado: ¿está desapareciendo su propósito real?

Siempre había pensado que el ahorro era una forma económica de comprar: podía comprar una camisa de marca en el Ejército de Salvación por solo unos cuantos dólares en lugar de gastar veinticinco o más por una nueva en una tienda de ropa.

Pero una tarde de verano, en un paseo por Broadway, una amiga y yo entramos en una tienda de segunda mano de la ciudad de Nueva York. Desde afuera se veía genial, así que ¿por qué no echar un vistazo?

La tienda tenía un diseño bastante austero, algo que me pareció inusual para una tienda de segunda mano (siempre he asociado las tiendas de segunda mano con muchas islas, ropa empujada en cualquier espacio posible que se pudiera encontrar). Algunas alfombras yacían en el suelo, un par de sudaderas con capucha y jeans colgando de un perchero. Una pequeña mesa de exhibición. Parecía más una sala de exposición anticuada de Ikea.

Cogí una camiseta de la mesa de exhibición. Noté pequeños agujeros cerca de la costura del hombro. No eran del tipo que se hace para hacer una declaración de moda: eran agujeros de polilla. Con un poco de asco volví a bajar la camisa, pero, curiosamente, quería saber cuánto costaba. Busqué la etiqueta del precio, le hice un gesto a mi amiga y se la mostré ... Sesenta dólares por una camisa con agujeros de polilla.

Sabía previamente que el ahorro se había vuelto algo caro, pero me pareció particularmente impactante. ¿Por qué un método de compra económico se ha vuelto tan caro?

Shelley Steward de UC Berkeley realizó un estudio sobre compradores de segunda mano en Portland, Oregon. Descubrió que algunos compradores de segunda mano buscan el valor económico, a quienes ella llama "buscadores de ahorro" (Steward 462), mientras que otros compradores van a esas tiendas para evitar la "moda masiva", a quienes llama "creativistas" (462). Este último grupo, como analizó Steward, compra en tiendas de segunda mano para evitar los "establecimientos comerciales" comunes (462) en un esfuerzo por evadir los patrones de compra convencionales (465). Sin embargo, a diferencia de los "buscadores de ahorros", este grupo a menudo está integrado por individuos con salarios más altos (462). Pero, ¿qué impulsa a los "creativistas" a evitar la "moda masiva"? Steward sugiere que estos compradores consideran que las compras de segunda mano son "un reflejo de la creatividad" (462) en lugar de una forma de compra para obtener beneficios económicos.

Basándose en investigaciones documentadas desde 2013, Steward menciona un aumento de la "clientela privilegiada" en las tiendas de segunda mano (460). He llegado a pensar (dejando de lado factores económicos como la inflación) que el ahorro se ha convertido en una actividad más cara debido al comprador "creativista". El efecto de esto se puede ver a través de Toronto

Muchas tiendas de segunda mano son "curadas", donde las tiendas editan su oferta en función de lo que creen que es tendencia o se venderá. Si se puede mostrar como "moderno", intentarán venderlo, incluso si está picada por la polilla. Y, por supuesto, tratarán de venderlo por la cantidad que el comprador "creativista" esté dispuesto a pagar, lo que aparentemente puede significar sesenta dólares por una camiseta.

Entrevisté a una amiga mía, Alessia. El ahorro se ha convertido en un modo común de comprar para Alessia: al ser una estudiante universitaria, no necesariamente quiere gastar cientos en ropa nueva.

"Siento que en algún momento ya no pueden considerarse tiendas de segunda mano porque son muy caras para los artículos básicos", me dice. "Entonces, cuando llega un punto en el que algo que se supone que es barato ya no lo es, es triste ... Porque no hay nada más barato que lo más barato, así que desde allí, ¿a dónde vas?"

La idea del ahorro no siempre había sido una opción popular. La ropa usada a menudo era vendida por inmigrantes judíos, lo que produjo ideas antisemitas asociadas con el acto de comprar ropa usada. La formación de tiendas de segunda mano realmente comenzó como concepto en el siglo XIX, con iglesias cristianas que estaban afiliadas al Ejército de Salvación y al Goodwill. Sin embargo, fue después de la Gran Depresión que el ahorro ganó una mayor popularidad: con una mayor cantidad de demanda que oferta3 y una gran lucha financiera, comprar ropa reutilizada por mucho menos se convirtió en una opción popular.

Sin embargo, con el aumento algo reciente en el comprador "creativista", el ahorro parece haber abandonado su propósito original: accesibilidad a la ropa por un costo significativamente menor que el precio minorista recomendado.

En el punto donde los precios de los usados y los nuevos coinciden, el ahorro puede parecer contradictorio. El ahorro tenía un incentivo para la sostenibilidad: en lugar de comprar ropa nueva al precio de venta al público, uno podía comprar ropa usada o "reciclada" por mucho menos. Pero ahora, si el costo de obtener una camiseta de una tienda de segunda mano es el mismo precio que una camiseta nueva de H&M, ¿dónde está el incentivo financiero para comprar la opción que más respeta el medio ambiente?

"Eso, creo, casi alienta a la gente a comprar en las tiendas normales", me dice Alessia. "Porque si va a ser el mismo precio de todos modos, también podrías obtener la prenda que más te guste, sin que se haya usado, ¿verdad?"

Natalie Sirkin

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https://open.spotify.com/track/0VgzRzhnnIHTsjiwxJm8zf?si=QEAZsMhuTjyLZKrJxno5wA

Hola, mamá.

Yolanda, hace mucho que no te escribía. Me acordé de ti por culpa del español Gecko Turner. Recordé que al año de que tú te fuiste él sacó un disco y lo escuché con gran alegría, fue la primer cosa que me emocionó y pensé y te escribí en ese momento, te dije que valía la pena seguir vivo. Tu vacío lo llenó una docena de temas de un güey que no tiene idea que existimos. El viernes Gecko sacó un nuevo álbum, 7 años después. Sentí lo mismo; te extraño mucho, madre. Ojalá puedas escuchar esto conmigo y como decía Sabines: subirte en mis hombros y ver el mundo desde mis ojos. Te amo, te escribo pronto.

Hi mom,

Yolanda, it's been a long time since I wrote to you. I remembered you because of the Spanish musician Gecko Turner. I recalled that he released an album a year after you left, and I listened to it with great joy. It was the first thing that moved me, and I thought of writing to you then, telling you it was worth staying alive. Your absence was filled with a dozen songs from a guy who has no idea we exist. On Friday, Gecko released a new album seven years later. I felt the same. I miss you so much, mother. I wish you could listen to this with me and, as Sabines once said: climb onto my shoulders and see the world through my eyes. I love you. I'll write to you soon.

Gil del Valle

@gilinhocorp

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Domingo 23:20, CDMX. Súper domingo, o al menos eso nos hacen creer nuestros vecinos del norte. La copa del mundo tuvo 4 mil millones de espectadores; el súper tazón 103.4 milloncitos, cada quién bajo su cielo. Pero no me quejo del impacto del deporte, esa arena casi medieval en la cual podemos festejar un punto, una anotación o un gol, como si fuera el nacimiento de nuestro primogénito. Jugaron los Jefes contra las Águilas, ganó el underdog. Es la primera vez que ambos equipos tienen un mariscal de campo negro. Esa posición siempre estuvo reservada para jugadores blancos, guapos y altos… ah, y si sabías lanzar el balón con esa espiral hermosa que define a este juego, pues qué mejor.

Mi punto de vista fue el del chilango al que sólo le importa la celebración, la comida, la bebida y el resultado fue lo de menos. Un gringo se acercó a mí, probablemente atraído por la cara de pendejo que le regalaba a la televisión y preguntó: ¿A quién le vas? Mi respuesta fue lo más antideportivo que se me puede ocurrir. Pido disculpas a todos los aficionados al deporte de las yardas y los puntos extras. Dije: me parece que los Jefes de Kansas City se ven mejor en ese uniforme que esas Águilas de Philadelphia.

La distancia cultural, el futbol y el futbol americano, los mexicanos y los gringos, el súper domingo contra un jueves en la mañana en la que México se jugaba la vida contra Arabia Saudita y en el cual nada, y enfatizo, nada, era más importante que lo que pasaba en Qatar y lo que procedía era gritarle a la tele. Mejor escuchemos a Rihanna y brindemos con el muy mexicano mezcal.

El mundo puede ser muy confuso. Lo que a ti te apasiona al siguiente le parece una pendejada tan grande que se siente capaz de descalificar lo que tú has creído como cierto toda tu vida. Lo que a unos une a otros crea conflicto. ¿Y si nos calmamos? ¿Si dejamos que, al menos, un deporte no nos divida?

Sunday 23:20, Mexico City. Super Sunday, or so our neighbours to the north would have us believe. The World Cup had 4 billion viewers; The Super Bowl had 103.4 million, each under its sky. But I'm not complaining about the impact of sport, that almost medieval arena where we can celebrate a point, score or goal as if it were the birth of our firstborn. The Chiefs played against the Eagles, and the underdog won. It's the first time both teams have had a black quarterback. That position was always reserved for white, handsome and tall players... ah, and if you knew how to throw the ball with that beautiful spiral that defines this game, what better?

My point of view was that of the chilango who only cares about the celebration, the food, the drink and the result was the least. A gringo approached me, probably attracted by the asshole face I gave to the television and asked: Who are you going to? My answer was the most unsportsmanlike thing I can think of. I apologize to all fans of the sport of yards and extra points. I said the Kansas City Chiefs look better in that uniform than those Philadelphia Eagles.

The cultural distance, football and American football, Mexicans and gringos, super Sunday against a Thursday morning in which Mexico was risking its life against Saudi Arabia and in which nothing and I emphasize nothing, was more important than what happened in Qatar and what proceeded was to shout at the TV. You better listen to Rihanna and toast with the very Mexican mezcal.

The world can be very confusing. What you are passionate about seems like the next one so big that it feels capable of disqualifying what you have believed to be true all your life. What unites some creates conflict. What if we calm down? If we let at least one sport not divide us?

Gil del Valle

@gilinhocorp

Gil del Valle

@gilinhocorp

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Martes 8 de febrero, CDMX. Aunque usted no lo crea, en esta ciudad atroz y por momentos hermosa ya han comenzado a florear las jacarandas. El sábado pasado vi las primeras en el Espacio Escultórico, pero ya tenía noticias de ellas por las redes. A todos nos encanta la sorpresa anual de su color, como la obertura de una primavera urgente, y tengo buen registro de su floración porque con ella vienen también mis ataques alérgicos. Cada año me toca vivir un par de semanas con algunos estornudos súbitos y luego pasa, nada comparable a lo que padecía de adolescente, cuando mis tardes transcurrían con una pelota de basquet ball en una mano y un pañuelo en la otra. Recuerdo muy bien que entonces los estornudos empezaban a principios de marzo –con las jacarandas– y he notado cómo al paso de los años esa fecha se anticipa poco a poco; hace diez años ya floreaban a mediados de febrero y ahora comenzaron a abrirse a fines de enero. Ya es un hecho que, debido al cambio climático, la temporada de polen empieza antes, hasta 20 días en los últimos 30 años, dura más y es más intensa, gracias al aumento de los niveles de bióxido de carbono, mi alergia lo ha confirmado (https://www.frontiersin.org/journals/allergy). Este año pasé un par de días hundido en un mar de mocos transparentes, con la cabeza completamente congestionada, y en Twitter me encontré cientos de mensajes quejándose amargamente de que habían llegado las alergias. No nada más confirmé que no estoy solo, sino también que todos estamos en el mismo y maltratado barco.

El domingo se inauguró una exposición de pintura y acudí, muy bien dispuesto; el jueves anterior fui a otra, el miércoles también y el sábado pasado lo mismo. Confieso mi propensión a estos eventos, pero hacía mucho tiempo –desde aquellas remotas épocas del milenio pasado en que trabajé para el Fonca– que no eran tan frecuentes; también debo declarar que no siempre logro vencer la timidez que me caracteriza, para reunirme finalmente con mis semejantes. El sábado 28 de enero inauguró Malezas de Octavio Moctezuma, en la galería de la Librería del Fondo Rosario Castellanos, con una espléndida selección de su obra más reciente en óleo y temple sobre tela, poblada de texturas vegetales que transitan de lo figurativo a lo abstracto sutilmente. El miércoles 1º de febrero se presentó la Licenciatura en Fotografía de la Escuela Superior de Cine, con la muestra fotográfica Imaginar la imagen que incluye piezas de Maya Goded, Silvia Gruner, Nicola Lorusso, Fernando Montiel Klimt y Andrea Martínez, entre otros; cartelazo. El jueves 2 de febrero, para celebrar La Candelaria, abrió la exposición Depresiones húmedas, con las maravillosas y sutiles acuarelas eróticas de Annie Flores, en el lobby de la sala Julián Carrillo de Radio UNAM. Finalmente, el domingo pasado Circe inauguró su muestra plástica, mostrando parte de su trabajo en serigrafía y acrílico, realizado a partir de sus estudios en la Escuela Nacional de Arte de La Habana. Quiero pensar que estas exposiciones brotan como las jacarandas, de repente y en todos lados, con la certeza natural de que vienen más. Desde luego, nunca es independiente una exposición del valor artístico de la obra que muestra (no me regañe doctor), pero el simple acto de reunir a un grupo de amigos felices a ver pinturas o fotografías, de compartirlas en vivo, comentarlas y disfrutarlas me resultó maravilloso, como hace décadas.

Armando López Carrillo

Twitter: @opalodehielo

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Tuesday, February 8, CDMX. Believe it or not, the jacarandas have already begun to bloom in this atrocious and, at times, beautiful city. Last Saturday, I saw the first ones in the Sculptural Space, but I already had news of them through the networks. We all love the annual surprise

of its colour, like the overture of an urgent spring, and I have a good record of its flowering because my allergic attacks come with it. Every year I have to live a couple of weeks with some sudden sneezes, and then it happens, nothing comparable to what I suffered as a teenager when my afternoons passed with a basketball in one hand and a handkerchief in the other. I remember very well that the sneezing began at the beginning of March with the jacarandas – and I have noticed how, over the years, that date is anticipated little by little; ten years ago, they already bloomed in mid-February, and now they began to open at the end of January. It is already a fact that, due to climate change, the pollen season starts earlier, up to 20 days in the last 30 years, lasts longer and is more intense, thanks to the increase in carbon dioxide levels, my allergy has confirmed it (https://www.frontiersin. org/journals/allergy). This year I spent a couple of days sunk in a sea of transparent mucus, with my head completely congested, and on Twitter, I found hundreds of messages bitterly complaining that allergies had arrived. Not only did I confirm that I was not alone, but we were all in the same battered boat.

On Sunday, a painting exhibition was inaugurated, and I came very well disposed of; The previous Thursday, I went to another, on Wednesday, and last Saturday, the same. I confess my propensity to these events, but for a long time – since those remote times of the previous millennium when I worked for the Fonca – they were not so frequent; I must also declare that I do not always manage to overcome the shyness that characterizes me, to meet with my fellows finally. On Saturday, January 28, he inaugurated Malezas by Octavio Moctezuma, in the Rosario Castellanos Fund Bookstore gallery, with a splendid selection of his most recent work in oil and tempera on canvas, populated by vegetal textures that move from the figurative to the abstract subtly. On Wednesday, February 1, the Bachelor's Degree in Photography of the Higher School of Cinema was presented, with the photographic exhibition Imagining the image, which includes pieces by Maya Goded, Silvia Gruner, Nicola Lorusso, Fernando Montiel Klimt and Andrea Martínez, among others; poster. On Thursday, February 2, to celebrate La Candelaria, the exhibition Wet Depressions opened, with the beautiful and subtle erotic watercolours of Annie Flores, in the lobby of the Julián Carrillo room of Radio UNAM. Finally, last Sunday, Circe inaugurated her plastic exhibition, showing part of her screen printing and acrylic work made from her studies at the National School of Art in Havana. I want to think that these exhibitions sprout like jacarandas, suddenly and everywhere, with the natural certainty that more are coming. Of course, an exhibition of the artistic value of the work it shows is never independent (do not scold me, doctor), but the simple act of gathering a group of happy friends to see paintings or photographs, of sharing them live, commenting on them and enjoying them was wonderful to me, as decades ago.

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